sábado, 25 de agosto de 2012

Cerrando circulos... De Paulo Cohelo


Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los por qué, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.
Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente…
El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú… Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte lentamente, envenenarte y amargarte.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas" por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones? , ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.
Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Por eso cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.
Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida.

viernes, 24 de agosto de 2012

A mis 35 años quiero reconocerte Mamá.

Paso revista, un nuevo año de vida, un nuevo ciclo inicia, nací el 25 de octubre del 1976 en Santo Domingo, República Dominicana. Aquella Clinica privada detras del palacio de Bellas Artes en Santo Domingo, la clinica del Dr. Gomez Patiño que continúa hoy día sus operaciones, en la cual mis padres deicidieron naciera, recibió mi vida en aquella habitación número 42 que mi padre siempre recuerda.

Crecí felíz con algunas privaciones menores pero como clase media, mis hermanos y yo disfrutamos algunos privilegios que entonces otros en mi entorno no tenían acceso, como viajar desde temprana edad y conocer muchos lugares. Mis padres emprendedores lucharon para dar y procurar lo mejor por y para nosotros, lo que nos permitió tener una niñez estable y en armonía familiar.

Como trabajaban casi todo el día, mis hermanos y yo desde temprano en la mañana, llegar del colegio hasta la hora de la noche cuando llegaban nuestros padres a casa, estabamos acompañados por una maravillosa persona que nos cuidaba y nos profesaba un cariño y ejemplo digno de una segunda madre y un segundo padre. Entre castigos, "pelas" y regaños pero también mucho amor y atención que recibía de mi nana, mi niñez y la de mis hermanos fue muy felíz y llena de lindos momentos.

Esta persona inició labores en nuestra casa cuando mi hermano mayor tenía tan solo 10 meses de nacido, nos vio nacer a mí y a mi hermana menor, ella limpiaba, cocinaba, nos cuidaba, nos hacía el desayuno, la comida, la cena, nos castigaba si era necesario, pero también nos entretenía con historias y  con mucho amor, nos cuidaba como si fueramos sus hijos y aprendimos a decirle Mamá..., Mamá me daba masajitos en los pies cuando me dolían, yo sufría durante mi niñez de fuertes calambres en los pies. Mamá nos protegía del peligro y nos mantenía impecables. Mamá nos refrescaba con una carátula de un LP ( Long Play) cuando había un apagón por las noches, utilizándola como abanico de mano para que pudiéramos dormir. Mamá nos brindó un verdadero amor de madre y hacía cosas extraordinarias.

Con todo lo que una madre puede hacer afectivamente y en atenciones por un hijo transcurrieron los años y Mamá Esterbina se convirtió en un icono familiar. Todos en la familia la conocen, por su ejemplo de perseverancia y amor incondicional. Mamá nos dió sus mejores años en amor y cariño estuvo presente en cada momento dificil de nuestras vidas, en la enfermedad, tristeza ella siempre estaba ahí. Fue testigo de muchas situaciones y circunstancias, oportuna con sabios consejos, asi como también fue partícipe de mis ascensos en la vida desde mi nacimiento hasta hacerme un hombre, lidiar con los estudios, las desilusiones del amor, hacerme un profesional y formar familia.

Humilde y de escasa formación académica, sencilla y alegre, siempre cantando o silbando una canción  entre labores, a la vez que es un templo sagrado que sabía guardar cualquier discreción de la familia. A veces me pongo a pensar en su vida, aferrada al trabajo, durante la mayor parte de su vida, a nuestra familia, dejó sus seis hijos en  su casa para dedicarse como madre a tres hijos más que no eran biológicamente suyos, pero a veces pienso que no solo fue su trabajo, fue un contrato de  amor que no hay forma de retribuirlo. Mamá es un ser irrepetible en nuestras vidas y es increíble pensar que tanta dedicación durante tres décadas, fuera solo por un salario. Realmente fue un amor verdadero que vale mas que todo el dinero y que no tiene precio. Un amor que trasciende y se manifiesta más adelante sobre nuestros hijos. Mamá vió nacer a nuestros hijos y por sus manos amorosas también alguna que otra vez pasaron ellos.

Luego de 31 años junto a nuestra familia, Mamá decidió retirarse y estar tranquila en su casa ya llena de nietos y bisnietos de sus 6 hijos y los hijos de sus hijos. La vida la premió con muchos nietos y bisnietos que estan siempre a su lado y con 9 + 3 hijos que la aman y que le agradecen eternamente. Pero no por mucho tiempo estuvo ausente, el estar junto a nosotros tantos años le llamaba a continuar cerca y aunque no trabaja ya, nos visita semanalmente en la casa de mi padre, a veces nos cocina y disfrutamos de sus recetas, también de sus ocurrencias y sus anecdotas. Ya en tiendas apartes, cada uno de nosotros con su respectiva familia la vemos menos pero la llevamos pendiente y presente y en cada reunión familiar, en cada cumpleaños, día de las madres, navidades y demás ocasiones familiares nos aseguramos que ella esté ahi presente junto a nosotros, pero mas presente  siempre estará en el mas bello recuerdo de mi vida, en mi niñez.

Hoy a mis 35 años de vida, tengo la misma edad que Mamá tenía cuando llegó a nuestra casa y verdaderamente quiero reconocerla en grande por todo lo que ha hecho y ha dado de si misma por mi, por mis hermanos, por mis padres, quienes también la llaman Mamá, por nuestros hijos. Gracias mi viejita buena y amorosa siemrpe te llevo presente. Eres una Campeona y un ser sencillamente irrepetible.

Te amamos,

Los Barros Ventura y todos tus hijos.