viernes, 28 de noviembre de 2008

Un paseo por el ocaso


Viene de Leccion del Pescador...
El tiempo empezó a transcurrir mas lento, una extrema quietud y tranquilidad envolvía el día y al tiempo en que ya nuestras mentes iniciaban el viaje al ocaso mucho antes que nuestros cuerpos, el mar, las olas y la barca engalaban el inicio de la tarde con una sinfonía de relajantes sonidos que tenían como artistas en escena el vuelo y canto solitario de las gaviotas sobre la inmensa costa.

El pesacador entró al agua mojando sus ropas, preparó la barca y orientó la proa hacia el horizonte, subió primero y yo le seguí. Como si existiera una comunicación entre él y la barca, de la misma forma que un corcel comprende el destino al cual se dirige su caballero jinete, la vela de la barca cobró vida con el viento y las maniobras del pescador. La barca se movió iniciando lentamente el viaje hacia el horizonte.

Mientras avanza la barca, el agua besaba las maderas del casco en una acto casi erótico que concluía en la ondulada estela de agua y espuma que se desvanecía mientras nos alejabamos. Cada vez el mar se tornaba mas de un azul intenso y por momentos asomaban contrastes de azules claros y verde al observar el fondo que llegaba y se despedía al navegar, el viento empujaba ahora la barca con más rapidéz y en ocasiones la proa rompiendo las olas hacía rociarnos de agua salada que nos refrescaba bajo el implacable sol.

¿Cuando llegaremos al horizonte? Siempre estamos en un horizonte respondió el pescador mientras guiaba en silencio la barca, me quedé callado meditando en esa respuesta y comprendí lo que intentaba decirme, es un asunto de percepción. Habian pasado varias horas en silencio y ya la vieja vela de la barca nos cubria de sombra pues el sol comenzaba a caer y nosotros navegabamos de frente a el.

Es un buen lugar aqui para pescar, dijo el pesacdor... me preguntaba yo cómo puede saber en que lugar estamos si no hay referencias de nada, solo vemos mar por todos lados. El pescador tiro su cordel, preparó uno para mí, poniendole carnada y me dijo: Toma este e intenta pescar algo, cuando piquen tira del cordel con firmeza sin dejar de halar y veremos que sacas.

Yo estuve sentado un buen rato sin que pez alguno picara, mientras tanto el pescador ya habia sacado tres del fondo con una facilidad increíble, cuando tiré de mi cordel note que la carnada ya no estaba, el pescador rió haciendo alardes y en cierta forma burlandose un poco, eres un principiante en el mar de la vida, te han engañado, los peces se han comido tu carnada, dejándote el anzuelo vacío, tienes que estar atento, es algo que no puedes ver, en la vida muchas cosas no las ves pero debes saber sentirlas para actuar a tiempo antes que se lleven tu oportunidad , pero debes saber perder también, no siempre se pesca lo que queremos. ¿No has sentido que pican? Creo que si respondí, pero no estoy seguro, a ver, dejame ponerte otra carnada en el anzuelo y veremos que pasa.

Nuevamente lancé mi cordel al mar y estuve atento para pescar algo, el pesacdor me observaba y me indicaba, cuando sientas un pequeño halón tira del cordel y lo sentirás pesado, te enfrentas al pez y lo sacas. No te desesperes y tira con firmeza y sin detenerte. Continuaba atento mientras la tarde empezaba a caer y en el sol asomaba bajo las nubes del firmamento, estuve distraído por un tiempo mirando la tarde cuando de repente...Uno! ahi, ahi me está halando fuerte... tira del cordel! me dijo el pescador, tira firme y sin parar.

Halaba el cordel con tanta alegría y a la vez ansioso por ver mi pesca cuando de pronto una silueta brillosa y vibrante se movia frente a mi batiendo el agua y lo saqué tirándolo a la barca. El pesacador se reía y yo estaba feliz, habia sacado un pez aguja como de algunas 5 libras, nada muy grande pero era algo y me sentía orgulloso de mi pesca. El pez se movia inquieto dentro de la barca hasta que por fin quedo quieto.

No sabes lo que obtendrás del mar pero la satisfaccion es siempre segura, el pescador reinició la navegación y ahora el mar comenzaba a destellar el reflejo anaranjado del sol sobre las crestas de las olas. El aire empezo a hacerse mas fresco. Como un artista el sol y un lienzo el cielo, maravillosos colores entrelazados con las nubes y finos mantos de nubes, iniciaron lo que tanto estaba esperando. El ocaso.

El sol emprendió su retirada, imponente, hacía apagar el día en una lenta procesión hacia el horizonte. Desde la tierra amigo viajero, tu, la barca y yo, estamos en el horizonte, y desde aqui el sol esta en el horizonte para nosotros. Mientras lo ves caer alla esta naciendo el día para otros y mientras tanto aqui cae la noche.

Sentados en la barca miramos el sol bajar tornando de naranja el cielo, mientras el mar se volvía un océano brillante de ambar, el viento empezó a soplar de frente a nosotros y el sol se acercaba al horizonte. Había una enorme paz, las nubes se hicieron majestuosas, el astro rey nos enviaba destellos brillantes a travez de ellas y sentía que Dios se paseaba sobre las aguas y el firmamento tocando cada pedazo de este.

Se acerca el momento, la enorme bola de fuego hace su aparición final en la escena tras salir de las nubes que hacían las de telón y bambalinas, se presenta desnudo por unos cortos minutos frente a nuestros ojos, el pescador dijo vamos a empezar el regreso a tierra e hizo mover la barca, el ocaso nos quedaba de lado. Nuestra vela aprovechaba las suaves brisas del atardecer que empezaban a soplar hacia tierra para movernos despacio. Me imaginaba al sol como una bolsa de té en una taza de agua tibia, había teñido las aguas y el cielo y habia producido una calma hermosa.

Ya estabamos listos para regresar pero dije al pesacdor, espera! Nos falta ver lo mas importante, lo sé contestó, ya solo falta un minuto. El sol se acercó al horizonte y atentos y en silencio sepulcral lo vimos entregarse al mar. El Sol ha encontrado al mar, dijo el pescador, ahora se va y nos deja hasta mañana. La luz regresará luego de la oscuridad.

Continuabamos mirando el horizonte ahora con la mitad del sol oculta y esperando ver el ultimo pedacito de sol ese pedacito que se separa del horizonte cuando ya solo faltan pocos segundos para que se oculte completamente y que nos regalo el hermoso destello verde que solo duró un instante fugaz.

En un abrir y cerrar de ojos se fue...! Adios hermoso rey de los atardeceres. Continuaba oscureciendo y el pescador habia iniciado nuestro regreso a tierra firme. Navegamos complacidos observando las primeras estrellas de la noche aparecer en el cielo despejado y al llegar a tierra con pocas palabras y un abrazo, el pescador y yo nos despedimos, me entregó una pequeña bolsa de yute con mi pesca, había arreglado el pescado en la barca y lo habia envuelto en sal.

¿A donde te diriges ahora viajero? A donde me lleve la noche... contesté. Trata de comerte el pescado o mañana empezará a descomponerse. Lo sé pescador. Gracias amigo. Dondequiera que vayas viajero recuerda que vale la pena esforzarse aun cuando sea por un segundo de dicha, tal vez sea inolvidable o ese segundo viva para siempre.

Cuidate mucho en tu viaje, gracias nuevamente pescador y hasta pronto. Me quedé en la orilla mientras el pescador regresaba al mar en su barca, no se adonde se dirigía, tampoco le pregunté pero en poco tiempo lo perdí de vista. Mire a mi alrededor, me encontraba solo en la noche, caminé a mi derecha, que era el Norte y a lo lejos divisaba lo que parecía el fuego de una hoguera, caminé toda la playa hacia ella bajo la luz de la luna y las estrellas.

Continuará...

Paul Barros.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Mi niña


Mi niña, es quien pone una esperanza con su amor,
en cada día, quien con solo una sonrisa me devuelve la ilusión y la alegría.


Mi niña, me ha enseñado cada instante a encontrar
tanta belleza,
en un mundo que antes solo yo miraba a través de mi tristeza.


Mi niña cree en mi
y me siento tan humilde ante este amor,
y a la vez tan orgulloso de saber
que el dueño de un cariño así soy yo.


Mi niña, va guiando mi camino con su amor
como una estrella,
ella piensa que soy bueno y a mi vida la bondad
la trajo ella.


Mi niña cree en mi y me siento tan humilde ante este amor,
y a la vez tan orgulloso de saber
que el dueño de un cariño así soy yo.


Mi niña cree en mi y sonrío al futuro porque se
que la tarde de mi vida llegara
y a mi lado ella estará igual que hoy.


Mi niña cree en mi y me siento tan humilde ante este amor,
y a la vez tan orgulloso de saber que el dueño de un cariño así soy yo.


Del Príncipe de la canción José José.

lunes, 17 de noviembre de 2008

El puente

Excelente cortometraje. Un gran mensaje. Gracias a mi amigo Geisel Checo.

Paul Barros.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Leccion del pescador



(Viene de Leccion de las Gaviotas)



Estuve tendido boca arriba sobre la arena de aquella inmensa costa, arenas blancas y finas, y haciendo un recuento mental de todo lo aterior acontecido, recorde lo que me habia dicho el caracol antes de despedirme: "tienes que vencer tu miedos" y he aqui estoy mas lejos y he llegado a un lugar donde no pensaba llegaría, todo porque simplemente me atrevía a vencer el miedo y aprendí a volar como las gaviotas.

El sol empezaba a calentar la arena que aun estaba fresca del amanecer, al volver mi cabeza podía ver como el viento formaba diminutas tormentillas de arena sobre la superficie y pequeñitos cangrejos como soldados en campo de batalla se movian velozmente escondiendose en sus cuevas para luego asomarse repentinamente al exterior. El sonido elástico del va y ven de la olas rompiendo incansables en la orilla se apoderó de mis sentidos y me llevó lejos sin moverme de allí, sin darme cuenta me dormí profundamente.

No se cuanto tiempo pasó, entiendo que fue un largo rato cuando lentamente empece a despertar de mi sueño ante el toque insistente de algo sobre mi pie derecho, hasta que desperté... desde mi lecho de arena y con los ojos aun a medio abrir divisaba borrosamente una oscura figura humana parada frente a mi. Poco a poco fui entrando en razón y aclarandose la imagen que en mi ojos resultaba ser un un bulto negro en la claridad.

Cuando pude verle claramente me dijo : Hola! y me observó detenidamente. Me tomo un instante reaccionar y contestarle al saludo entre un bostezo que intente disimular... hola, respondí, en eso, me tendió su mano para ayudarme a ponerme de pié. Al hacerlo noté que había perdido mi mochila y pensé... ¿dónde la habré dejado? El viejo de la montaña... nunca me preguntó por ella, posiblemente la perdí en el salto al abismo, no recuerdo llevarla encima mientras caía.

¿Quien eres? pregunté, ¿quien eres tú?, me respondió con voz firme. Yo, soy solo un viajero, dije, pues yo soy solo un pescador . Aquel hombre era alto, de tez muy bronceada por el sol y tenía una mirada de compasión que hacia a uno sentirse ante la presencia de un santo. Debo recuperar mi mochila, tengo que volver a la montaña, mientras me quitaba la arena de mis brazos y ropas me di vuelta para divisar el paisaje verde que como manto infinito se levantaba frente a la costa.

No la necesitas, ¿alguna vez has naufragado en alta mar? me preguntó mientras se volvia al mar y miraba el horizonte fijamente. Yo, que me encontraba a sus espaldas miraba en sentido opuesto hacia las montañas y repetí mas fuerte: Debo recuperar mi mochila! No la hayarás me dijo el pescador, como si supiera donde se encontraba o tal vez el la hubiera escondido durante mi sueño quien lo sabría, ni yo mismo recordaba donde la había dejado. Como puede estar usted seguro que no la encontraré, recorreré el mismo camino hasta llegar allí y buscaré hasta encontrarla, llevo cosas importantes ahi dentro que no puedo perder así no más.
De ser así estuviera aqui la mochila junto a tí, pero poco a poco la fuiste perdiendo sin darte cuenta ya no la necesitas, tampoco podrás hacer el mismo trayecto desde aqui, no hay camino desde este lado que te lleve a la montaña, tendrías que atravezar la selva y te perderías, para terminar, tendrías que escalar el abismo hasta el final para darte cuenta que no encontrarás la mochila. El pescador hablaba con tanta seguridad que me hacia cuestionarle. Pero si llevo mis alimentos tambien ahi dentro, tengo recuerdos, fotos, cartas y docuementos importantes, repliqué con insistencia.

Amigo viajero, no veo mas barca en esta costa que la mía, solo es posible llegar a este lado del territorio de dos formas, en barco o en la forma que ha llegado usted cualquiera que sea, y le dire algo, muchos han intentado llegar por las montañas cayendo al abismo y todo lo que cae en el abismo es perdido para siempre. Usted no necesita esas pertenencias para seguir su viaje, pues ya llegó hasta aqui sin ellas, por cierto... ¿ A donde se dirije? Ya me estaba abrumando tanto que no sabía que responder ni que hacer me sentía entre el mar y la tierra sin rumbo y el pescador me hablaba como si supiera mejor que yo lo que debía hacer.

Voy al horizonte, respondi, mi meta es llegar al lugar donde el sol se une con el mar en el ocaso y produce un destello verde que solo dura un milisengundo, ¿alguna vez lo ha visto?, si, muchas veces respondió animadamente, he estado solo en el mar durante el ocaso y lo he visto. Dejame que te enseñe algo viajero.

En el mar profundo hay miles de tesoros y un montón de vida, imagina mi barca... señalando su barca que estaba a la orilla de la playa jugueteando con las olas... imagina lo pequeña que es sobre la inmensidad del mar cuando la tierra firme ya esta lejos y a todos lados solo se ve mar, en la barca siempre llevo algunas pertenencias, cosas como fosforos, comestibles, agua, alguno que otro recuerdo de la tierra que he dejado lejos y mis enseres de pesca. He atravezado tempesatades, y mi barca se ha roto en ocasiones, perdiendose en el fondo del mar todas esas cosas que llevo conmigo, siempre se pierden aquellas que son mas preciadas, asi son los naufragios.

El mar es como un enorme abismo lleno de agua. Al naufragar tienes que olvidarte de tus pertenencias y salvarte, nadar para vivir, pensar en tí es lo más importante, si la barca es pequeña y fragil, imagina que sería de una persona, debes tratar de aferrarte a un pedazo de madera de la barca y llegar a tierra firme ahi te das cuenta que estas vivo y que no necesitaste de nada mas para seguir con vida y luego, a construir otra barca, a comenzar de nuevo.
Vaya enseñanza amigo pescador... son situaciones diferentes. No tienen porque ser iguales. Capta el mensaje...

Hay que aprender a dejar aquellas cosas que hemos perdido atrás, en el abismo donde hayan caido o en el fondo del mar, seguir adelante contra las corrientes es mas sabio que perseguir lo que se ha caido en el fondo del mar. Algún día o tal vez nunca, alguien lo encontrará. El valor que damos a las cosas es lo que las convierte en verdaderos tesoros. Algunas cosas que tenemos a la mano son verdaderos tesoros y no nos damos cuenta, como el pedazo de madera de la barca flotando en el mar cuando ya lo has perdido todo en el naufragio. Hay cosas que creemos son tesoros y que merecemos perderlas para darnos cuenta que podemos seguir viviendo sin ellas y aminorar nuestras cargas durante nuestros viajes en la vida. Amigo viajero es necesario perder para poder volver a tener.

¿Como puedo llegar al ocaso? No he terminado, ya lo sabrás...

Salir a la pesca y navegar el mar en una barca es como vivir, estás en el mar a la merced de sus corrientes pones rumbo pero el puede cambiartelo, puede derrotarte y levarte a la orilla y hasta puede dejarte vencido sin vida, tiras el anzuelo o la red y puedes pasarte días sin traer algun pez o puedes salir sin rumbo y regresar con la mejor de las pescas. Es cuestión de paciencia y sobretodo saber esperar, asi es la pesca amigo viajero, hay que esperar a que llegue el momento sin desesperación.

Asi que ten paciencia de ahora en adelante, olvida tu mochila viajero que seguro ya no la necesitas más y sube a la barca, desprendete de todo aquello que no necesitas, navegaremos hacia el ocaso.

Continua en Paseo por el Ocaso
Paul Barros.

Una señal de esperanza


Anoche salí temprano del trabajo, algo poco usual, era una noche fresca y despejada en Bavaro y hacia una brisa suave, en el camino a casa pensé comprar algunos vegetales, pasta y demás ingredientes para hacerme una cena especial. Así lo hice y al llegar a mi casa organicé y me puse a cocinar, puse esa música que nos gusta tanto a mi papá y a mí, todas esas canciones que bajamos de Internet cuando estuvimos en Nevis en el 2005, y ahí se creó un pequeño mundo donde solo vivo yo y aquellos que están en mi corazón dondequiera que me encuentre.


Poco a poco fui concluyendo mis platillos y luego puse la mesa al son de una canción de Roberta Flack que dice... The first time ever I saw your face...


Me senté a cenar solo con mi música y mis pensamientos, disfrutando mis creaciones aprendidas por necesidad en la soledad y la lejanía de estos últimos 4 años de mi vida.


Al terminar, como de costumbre me quede un rato en la mesa pensativo, observando cuanta comida había quedado, pues cociné como si fueran a comer tres personas aunque solo era para mí.


Mire a la cocina y me dispuse a limpiar y dejar todo organizado, mientras guardaba la comida en contenedores plásticos en la nevera, ya había cenado, había disfrutado cocinando ¿y ahora qué?


Recordé las palabras de mi tío José: "La felicidad no existe, lo que hay es momentos felices que vienen y van"... ya el mío esta noche empezaba a irse.


Sentí una sensación de fumarme un cigarrillo, algo poco usual en mí si no estoy tomando algo de alcohol, pero como tenía algunos por ahí salí al parqueo de mi residencial a hacerlo, mientras lo hacía observaba la noche sentado en la acera que conduce a mi puerta, en eso miré los arbustos que bordean la acera junto a la pared exterior de mi apartamento y vi que algo se movía, sobre las ramitas, me acerqué con curiosidad a mirar que era para descubrir que era una esperanza verde que aparecía en esa noche ante mis ojos como una señal. Luego la esperanza pego un salto y se poso en la pared blanca de mi casa y empezó a caminar sobre esta.


Levanté la mirada y vi al guardián que cuida el residencial, le pregunté, ¿fuma usted? me dijo no entonces le dije: ¿Cenó? Me dijo yo nunca traigo cena... entre a mi casa y le serví a aquel pobre señor de las noches, recordé las buenas obras que siempre hace mi padre y que son una herencia de su madre, mi abuela que nunca conocí pero que de ella tengo tantas anécdotas que mi padre me cuenta. Me pidió un vaso de agua, se lo serví y luego de comer y saciarse me entregó el plato, el cubierto y el vaso diciéndome, muchas gracias Señor yo tenia mucha hambre, le dije no se duerma ahora... me sonrió y me dijo, para nada uno a veces cabecea pero siempre alerta... aquel momento compensó la insatisfecha sensación que me provocó el haber cocinado tanta comida y no poder compartirla con nadie y entonces pensé en la esperanza que aun caminaba sobre la pared exterior de mi casa y me pregunté: ¿cual es el mensaje de esto que acaba de suceder?... ¿Porque sentí el deseo de salir fuera a fumar un cigarrillo? ...Una cosa lleva a la otra...


Luego de pensarlo me respondí a mi mismo :


"No hay porque fumarse un cigarrillo, ni desanimarme cuando me sorprende súbitamente la soledad, porque la esperanza vive en las paredes de mi casa"...y aquel humilde Señor, fue la señal de la esperanza que me permitió compartir mis alimentos de la noche.


Gracias doy a la vida por tener momentos así...


Paul Barros.

12 de Noviembre del 2008

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Leccion de las gaviotas

(Viene de Leccion de caracoles)

Estuve parado en aquel lugar contemplando la belleza del paisaje, podía ver como en la lejanía algunas montañas se mostraban borrosas y finas nubes las hacían parecer como recuerdos lejanos, allí arriba el aire era puro limpio y solo era audible el sonido del viento en mis oídos, uno que otro canto de un ave que llegaba como eco hasta mi. Parecía que allí arriba vivía Dios.

Mis amigos los caracoles me habían despedido, los vi retirarse lentamente dejando sus estelas de baba sobre las piedras y ahí entendí que debía caminar al Oeste donde en un saliente sobre el alto valle divisaba unas figuras humanas en movimiento…

Caminé en línea recta hacia estas siluetas que bajo la claridad del sol de la mañana se perdían de mi vista por momentos.
Un trillo muy definido me guiaba hacia aquel saliente del alto valle, sin embargo preferí caminar por el lado bordeándolo y mirando las huellas de otros al mismo tiempo. Poco a poco note que el espacio se hacía más estrecho y a mi derecha se hacía más prominente un abismo, luego paso lo mismo a mi izquierda hasta que me detuve allí donde estaba el pequeño saliente en el valle era una especie de protuberancia natural suspendida en el aire.
Aquel lugar parecía el fin de una montaña..., no era un pico, ni una esquina, ni el final del un camino, pero era una lugar que cualquiera al llegar podía entender que estaba destinado a algo, alguna razón debía tener aquel trillado camino que conducía hasta ahí.

A mi llegada un cuerpo encorvado permanecía sentado e inmóvil de frente al horizonte sobre la parte más estrecha de aquel saliente. Me daba la espalda por lo que no podía ver su rostro... fui acercándome poco a poco buscando ver su rostro, pero el saliente era estrecho y no podía ser ocupado por dos personas a la vez…antes que llegara lo suficientemente cerca para verle.. dijo: -No podemos estar los dos sobre este pedazo de tierra suspendido en el aire y que pende de la montaña, podría caerse y caerías al abismo..., no me miraba, hablaba al paisaje sin mirarme y yo le escuchaba atento, en su voz sentí un maestro hablándome... y me dije ¿quien será este?, Soy un humilde servidor del silencio en el viento, un aviador de la vida, un ave, soy un aprendiz que encontró el camino correcto para ser maestro, no entendía como pudo responderme sin yo haber preguntado, pero asumo que como los caracoles, igual me escucho mentalmente... le dije con voz insegura, y... ¿qué se hace en este lugar, vive usted aquí, porque esta aquí?

En ese momento una gaviota se postro sobre el y me dijo, las gaviotas no vuelan en tierra, es señal de que mal tiempo se acerca... aléjate de este saliente caminemos, te mostrare algo... camine varios pasos atrás sin darme la vuelta y aquel cuerpo menudo y encorvado se incorporó y se puso de pie, era un anciano con barbas blancas y vestido con trapos negros... tenía pelo largo y sus cejas eran tupidas...

Sobre la tela de su vestido en sus hombros tenía manchas blancas y sus ropas estaban desgastadas. Me mostro un camino que bajaba unos cuantos metros hasta un pequeño parador plano donde me dijo vivía, allí estaban todas las ramas de los arboles llenas de blancas gaviotas.

A su llegada conmigo el aleteo de las aves me hizo sentir bienvenido.

¿Quieres sentarte?

Me dijo, se respondió a si mismo, si, quieres sentarte, lo que aprenderás ahora es algo que nunca pensaste harías, para muchos es imposible pero es importante que lo aprendas hoy y para toda la vida... Estas son mis amigas, mis compañeras de vida, estas son las gaviotas, pensaras que hacen aquí si el mar y la costa están lejos, pues bien, el mar no está lejos, desde el saliente puedes verlo, todo lo que tus ojos pueden ver no esta tan lejos...No es difícil alcanzarlo.

Hay cosas que están fuera de tu vista que realmente están muy cerca de ti y otras a tu vista que crees están lejos, recuerda que las distancias no están en los kilómetros que recorres ni en lo que se ve con la vista, ni en los caminos, ¿entonces? pregunté. Todo está en su mente amigo viajero ¿Como en mi mente?...

Si! En su mente! En la forma de ver las cosas. La distancia es relativa, lo que nos hace ver más o menos es el esfuerzo que enfrentaremos para batir esa distancia que nos separa del lugar al cual deseamos llegar.

Siempre hay una manera de llegar donde quieres, hay horizontes lejanos que parecen inalcanzables y otros cercanos que no llegamos a tocar jamás. Es una ambigüedad de la vida. Pero es cuestión de fe también. Me sentía intimidado, intrigado y a la vez fascinado por saber que hacia aquel viejo harapiento allí. Sin embargo mientras hablaba dejo de importarme eso. El anciano saco un gran tablón de escritura y me explico rápidamente algo que nunca olvidare...

Hizo un grafico con un pedazo de tiza vieja, me dijo puedes llegar al mar si deseas mas rápido de lo que imaginas, mirando todo desde lo alto. ¿Pero cómo? Me miró con compasión y entonces me dijo: Aprendiendo a volar…

Si vas a vuelo podrás llegar al otro lado de las montañas donde está el acantilado, las costas y el mar. De ahí vienen mis amigas las gaviotas.

Ellas vienen a visitarme con frecuencia cuando hay mal tiempo, vuelan alto y suben hasta aquí desde la costa pues el mar sopla furioso a la tierra y mojas sus alas, así que llegan volando hasta aquí para buscar cobijo, y con ellas he aprendido… le interrumpí preguntándole…¿ qué puedo aprender de ellas?

Hijo mío, en las tempestades hay que volar alto como ellas, más alto que la tormenta, llegar a un lugar tranquilo esperar y saber luego descender... volver a ver tu hábitat después que el mar ha batido la arena y ha arrojado algas y pedazos de ramas secas y esperar a que las aguas vuelvas a ser cristalinas para poder pescar y seguir viviendo.

Vamos al saliente otra vez, nos reincorporamos y caminamos nuevamente al lugar donde le encontré, ya no podía esperar mas estaba ansioso por volar.

¿Le pregunté cómo voy a volar hasta allá? ¿En qué artefacto lo haré? , El viejo sin mucho titubeo me contestó: Todo lo que necesitas lo traes contigo dentro. Pero no tengo alas viejo! Párate ahí en el saliente, donde estaba yo, me dijo, te estaré observando desde aquí detrás, anda sin miedo acércate, mira el precipicio, mira el mar allá debajo. Con pasos temerosos me acerque al saliente y dos gaviotas se posaron en la punta del mismo. Míralas me dijo el viejo. Las gaviotas aletearon y se elevaron para luego dejarse caer mientras el viento jugaba con ellas descendían suavemente montaña abajo hacia la costa.

Ahora cierra los ojos, estira tus brazos y déjate caer. Solo un paso más, estaba aterrado, ¿cómo iba yo a volar así como las gaviotas? Me gritó con voz firme, anda vuela, solo es un paso salta! salta! Antes que gritara salta por tercera vez, me deje caer al abismo.

Mientras caía cerré mis ojos y me pregunté a mi mismo ¿moriré al caer o volaré, que pasará? Decidí abrir solo un poquito los ojos y veía la tierra acercarse rápidamente, estaba aterrado cuando en fracciones de segundos pensé… Dios! ¿Dónde estas? estoy cayendo en un abismo! Ayúdame!

Una luz resplandeciente acompañada de un viento fuerte me sostuvo suavemente en el aire y como una gaviota que se entrega al viento descendía yo suavemente hasta la costa, mientras volvía mi cabeza para ver en lo alto aquel saliente hacerse cada vez más chico y las manos del viejo agitarse entre sus blancas barbas, era todo lo que podía ver de él hasta perderlo de vista, cuando sin darme cuenta caí deslizándome sobre una duna de fina arena blanca en la playa de una costa inmensa, me deje tendido en la arena con una sensación de alivio y júbilo que nunca olvidaré.

Continua en Lección del pescador.
Paul Barros