martes, 29 de septiembre de 2009

Un disparo de alegría


Aquella noche como tantas que vivimos en "El Lugar" nuevamente mi mejor amigo Euclides Díaz y yo nos sentamos con el kit habitual de botellita de ron, vasos de foam con hielo y 7up para mezclar.


Nos tomábamos nuestra bebida en ambiente tranquilo y acogedor, mientras los autos y personas pasaban por allí algunos sin advertir nuestra presencia, y otros transeuntes saludaban al pasar diciendo, en buen dominicano "saludo", la mayor parte del tiempo estaba solitario "El Lugar".


La escalera donde acostumbrabamos a sentarnos está justo al lado de la rampa de salida de los autos del parqueo soterrado de la Plaza Bolera, del lado de la Avenida Abraham Lincoln. Una rampa de tal vez unos 12 mts. que baja a un nivel por debajo de la avenida.


También podíamos ver los autos con personas que salían de la plaza, pero ya entrada la noche no salían autos sino que el parqueo se quedaba solitario y un vigilante armado de una escopeta de cañón recortado calibre 12 se paseaba por el parqueo oscuro y a veces subía caminando desde aquel tenebroso parqueo a la acera donde podía encontrarnos sentados.


La vida de un vigilante nocturno es como no tener vida realmente, a veces pienso como debe ser para estas personas estar en pie, atentos y sobretodo con la responsabilidad que implica el cuidar los bienes y la integridad de otros, mas aún cuando es un trabajo mal pagado y en el cual no se les tiene consideraciones a estas personas.


Los pobres guardianes tienen fama de estar aburridos, de odiar su realidad y a veces hasta a los demas, no es para menos, pensemos en que sus familias duermen cuando ellos están de servicio, en el pensamiento de este perfil de hombres vive una agonía de vida amarga y triste, pensamientos de infidelidad de sus parejas y el saber que no hay otra cosa que puedan hacer para ganarse el sustento y que solo amaneciendo aferrado a una escopeta que tal vez no sirve ni para cuidarse a si mismo tiene la oportunidad de ganarse unos poco pesos al mes.


Estas personas necesitan distracción, algo que les cambie la rutina que impone este oficio, algunos son ex militares de bajo rango frustrados y deseosos de entrar en acción, cuando pueden encontrar una posibilidad de justificar su misero salario no la dejan escapar.


Aquella noche mientras tranquilamente compartíamos mi amigo y yo, como un fantasma de las tinieblas, del parqueo salió aquella figura con cara histérica, los ojos bien abiertos y empuñando la escopeta con el cañon hacia arriba en forma de alerta. Era un hombre joven pero con cara de haber pasado mucho trabajo y penurias en la vida.


Llegó hacia donde estabamos y acercandose al vernos echo un vistazo desconfiando de nuestra presencia. Como es habitual en un vigilante observa a ver si ve algo inusual, imagino que pensaba: Que hacen estos dos aqui en esta escalera y como el está para cuidar la plaza y el parqueo, nos miraba con determinación a preguntarnos algo o a echarnos de allí.


A la hora que era, posiblemente pasadas las 10:00 pm, en una noche oscura, en la calle, ver a un hombre con aquel aspecto salir de la oscuridad armado y mirándote como si has cometido un delito y no lo sabes, es de preocuparse bastante. Yo personalmente me sentía culpable y no sabía porqué, me preguntaba si estaríamos cometiendo un error sentándonos en las escaleras de aquella Plaza Comercial.


Continuó mirándonos y luego se acercó y preguntó esta vez observando nuestro mencionado kit: Que hay? y le respondimos al saludo... Como está jefe...esto pareció animarle y hacerlo sentir importante. En ese momento quedaban dos dedos a la botella de ron y nuestros vasos llenos, el hombre continuaba observando como queriendo encontrar algo fuera de lugar, pero en ese momento mi amigo Euclides dice:... estamos aqui tranquilos tomandonos un traguito y hablando... quiere un trago?


El hombre sonrió y dijo: Ohh! si me lo brindan... entonces Euclides le pasó el poco de ron en la botella al misterioso señor y este de inmediato se tomo el contenido y regresó caminando cuesta abajo hacia la oscuridad del parqueo y desapareció.


Mi amigo y yo continuamos tomando y hablando tranquilamente cuando 5 minutos después nos soprprendió el sonido inconfundible de un estruendoso disparo de escopeta que vino desde el parqueo. En ese momento no sabíamos que hacer, si irnos de prisa del lugar o quedarnos allí, no sentíamos la seguridad de siempre menos cuando este hombre tan misterioso andaba por ahí armado.


Miramos hacia el fondo de la rampa del parqueo y vimos al hombre salir de la oscuridad con la escopeta en manos y el cañón aun echando humo del disparo. Nos miramos y recuerdo que pensé... mierda, nos jodimos! Tenía cara de demente, ojos abiertos y grandes, una expresión de satisfacción sicotica. Pero el hombre vino y nos miró sonriente y dijo: Diablos coño! me hacia falta! En ese momento comprendimos lo que significó para aquel hombre haberse encontrado con nosotros y aquel trago de ron, el rompimiento de su rutina, el quebrar una regla al disparar su arma, simplemente fue libre por un instante de la cárcel de su rutina, en un disparo de alegría.


Estuvo un tiempo mas por ahi merodeando y desde entonces se convirtió en nuestro guardián, le vimos en varias ocasiones más y luego al parecer fue relevado a otro sevicio.








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