lunes, 6 de julio de 2009

Casita de la concepción en Nevis


Noviembre del 2005. Me encontraba en la isla de Nevis, aquel hermoso salpicón de tierra de tan solo 93.3 Km2 de extensión sobre el mar Caribe y una población de 12 mil habitantes. Gente sencilla, que vive ajena y como olvidada del resto del mundo en ese pequeño rincon del planeta. Aquel tranquilo paraíso donde el mar siempre esta abierto para todos, de hermosos atardeceres alucinantes, de espesa vegetación, fue el escenario de una maravillosa concepción. En la casita color limoncillo y techos verde, número 15 de Paradise Estates, tenía un patio y jardín amplios y era la única con un arbol enorme de cedro que nos llenaba de paz y sombra, bajo su sombra la tierna grama siempre verde, limpia y fresca, allí salía a meditar por las mañanas luego del desayuno y a pensar en las cosas pendientes lejos del bullicio y la intranquilidad de la obra que construía entonces razón por la cual me encontraba allí. Fue aquella casita donde Dios permitió la concepción de una nueva vida, en sus paredes mudas quedan nostálgicos recuerdos de aquella época idílica, de aquel tiempo cuando se iniciaba en mi una nueva e importante etapa. Aquella casita acogedora que nunca olvidaré aun está allí al pie del Monte Nevis, como lo está en mi memoria. Solitaria ve pasar a los monos de vez en cuando por el jardín y el follaje del entorno, a los gatos del monte que que venían a visitarnos, tal vez ya no cruzan más y a los lagartos de brillante verde que siempre transitaban por las vigas de madera de las cubiertas. Desde la terraza recuerdo ver el mar asomarse entre las ramas de los arbustos, el sol caer en la tarde y el croar de los sapos en la noche. Recuerdo las mañanas humedas, los desayunos allí rodeado de verde. Una mañana desperté con la sorpresa mas grata de mi vida, aquel día fui al arbol de cedro del patio, este día no medité en las cosas pendientes de mi obra, ni en los problemas, esa mañana tomándome un vaso de jugo bajo el árbol di gracias a Dios porque supe que iba a ser padre y pedí a Dios darle lo mejor a esa criatura y sobretodo, pedí tener siempre fuerzas para luchar. Aquella mañana de Noviembre mi vida dejo de ser la misma. Me sentí muy felíz y con un nuevo reto por delante. Un mes mas tarde las circunstancias me hicieron abandonar la hermosa isla y regrese a mi país junto a mi creciente familia. Nunca mas he vuelto a la islita de la casita de la concepción, pero se que nada ha cambiado allí. Todo ha quedado estático en el tiempo, a casi 4 años hoy pienso regresar, algun día, regresaré y visitaré aquellos lugares, en tal ocasión de la mano de la persona que mas amo en este mundo, mi hija. Le mostraré los monos, los paisajes, los atardeceres y antes de partir, iremos juntos a la casita donde fue concebida su vida, tal vez tengamos que pedir permiso para entrar, y le mostraré el árbol donde tantas veces me iba a meditar y donde aquella mañana de Noviembre del 2005 dí gracias a Dios por la noticia de su próxima llegada. Reposando al pie del Monte Nevis, allí quedan muchos recuerdos pero el mas grato es saber que allí en tan bello lugar de este planeta, en las entrañas de tu madre se inició tu vida hija mia.


Paul Barros.

4 comentarios:

  1. Excelente!!! Deseo que puedas hacer ese viaje y poder mostrarle la casita. Eso si, cuando salgas de Nevis nos vemos en St. Lucia a seguir mostrando hermosuras de la vida!!!

    ResponderEliminar
  2. Eso tiene que venir pronto MI querido compañero Checo.

    ResponderEliminar
  3. Hermosas paralabras Paul! me encanto!

    ResponderEliminar
  4. muy lindas palabras, espero que Dios te siga bendiciendo y puedas seguir mostrando a tu hija lo bella que es la vida.

    Dania

    ResponderEliminar